jueves, marzo 17, 2011
Amancio Ortega, ¿un hombre sencillo?
Autor : Gloria Carneiro
Fecha : ( 12-Septiembre-2003 )
Categoria : Estado Español
El Militante
En El País Semanal del 30 de marzo (número 1.383) aparecía un reportaje sobre la vida discreta y austera de Amancio Ortega, propietario de Inditex, segundo grupo mundial de venta de ropa. Es el empresario más rico de España, por encima de fortunas como las de la familia Polanco o Botín y uno de los 18 más acaudalados del mundo según la revista Forbes, con una fortuna valorada en 8.400 millones de euros.
En época de vacas flacas el capitalismo tiene que mostrar un rostro más humano y Amancio Ortega se ha convertido en el paradigma español del mismo, o por lo menos esa es la imagen que nos quieren vender. Lejos queda el modelo de ejecutivo agresivo, de gomina, traje de diseño y masters en el extranjero. La empresa Inditex recibió en octubre del 2001 la visita de una representación de la ONU, encabezada por el adjunto de Koffi Annan, Michael Doyle, debido a la incorporación de la empresa al Pacto Global de la ONU, demostrando que “la globalización puede ser más, siempre y cuando se establezcan los mecanismos necesarios para evitar las desigualdades sociales”. Eso, junto con la creación de la Fundación Amancio Ortega, o artículos y reportajes como el citado al principio nos venden la imagen de un empresario paternalista, discreto, sencillo, austero, y de Inditex como una empresa modélica. Veamos algunos pasajes de El País Semanal, donde la redactora nos señala que “con él coincidimos en el comedor de empleados (...) El hombre sin voz y sin rostro era tan inaccesible para los medios de comunicación como cercano para cualquiera de sus empleados”, intentado poner de relieve la cercanía del presidente de la compañía que come con el resto de los asalariados como si de una gran familia se tratara. La realidad es que el complejo Inditex dispone de cuatro comedores ubicados en edificios distintos; en uno de ellos, el GOA, es donde comen Amancio Ortega y los directivos de la empresa. Además esa camaradería es bastante difícil en un monstruo empresarial como Inditex, que gestiona 25.000 nóminas, famosa por la competitividad entre sus subalternos que a Ortega parece le gusta fomentar, lógicamente, por el bien de la empresa.
Después nos habla del discreto modo de vida y sencillos gustos del empresario de moda: “Vive en un discreto bloque de pisos en el centro de La Coruña (...) Era asiduo del Gallo de Oro, donde gusta de comer huevos fritos con patatas (...) Prefiere conducir él mismo su Audi A-8 (...) El mayor signo de ostentación conocido era que condujo en tiempos un Porsche”. Si ese es el único signo de ostentación, ¿cómo caracterizan las siguientes propiedades? Amancio Ortega vive en un complejo residencial del barrio de Zalaeta frente a la playa del Orzan, A Coruña, zona conocida popularmente como Zaraeta por el gran numero de ejecutivos de la compañía que viven en ella. Además de otras viviendas en Sanxenxo o Marbella es propietario del linajudo Pazo de Anceis, que data del siglo XVII, con una superficie de 4.200 metros cuadrados y con una huerta que alimenta a la familia durante todo el año, y de cuyos frutos y animales lógicamente se encarga personal asalariado. Un camión Mercedes para trasladar a su hija a las competiciones a Francia, así como a la reciente inauguración del Centro Hípico Casas Novas. Un avión privado, aunque según el artículo de El País Semanal su Falcon 900 (modelo que sólo poseían seis o siete privilegiados en toda Europa) fue jubilado hace dos años, ahora Inditex dispone de un Global Express, fabricado por la canadiense Bombardier, un avión más moderno y que permite viajes transoceánicos. El yate Valoria, valorado en seis millones de euros, aunque claro, señala el artículo “ese yate en Palma o en Marbella no llamaría la atención de nadie”. Si esto es un modo de vida discreto y sencillo, cómo calificaría El País Semanal la vida de los millones de trabajadores de este país y de sus familias: ¿paupérrima?
Valoria - El yate de Amancio Ortega
Talleres clandestinos en el norte de Tánger
Sin embargo, hay otras noticias acerca de este Titanic de la moda que no salen en portada de los periódicos ni en las televisiones y que son igual de actuales y reales.
Por ejemplo, los buenos oficios del Departamento Jurídico han conseguido que no trascienda a los medios de comunicación españoles los pleitos y denuncias que le han interpuesto por fusilar prendas de diseño, o sus problemas con las autoridades mexicanas, que investigan si determinadas prendas proceden de China aunque la compañía española certifique que su origen es Hong Kong o Corea. La diferencia estriba en que en el primer caso se ve obligada a pagar un 533% de arancel, que se reduce en el segundo caso a un 35%. Sí son conocidos sus problemas con diversas organizaciones feministas de Madrid, Barcelona y otras ciudades, que bajo el lema “con sus tallas y contratos Zara ahoga a las mujeres”, aunque la información sobre estas denuncias hace hincapié en la escasez de tallas y de sus diseños, que venden una imagen de la mujer imposible de mantener, callan que se denuncia, sobre todo, la explotación de las mujeres, tanto de aquéllas que trabajan en la esfera de producción como en la de venta, como señalaron los grupos de mujeres reunidas en el Foro Social Trasatlántico y en el que Inditex basa sus enormes beneficios.
La campaña “Ropa Limpia” de la ONG Setem, que tras estudiar la situación de veinte talleres clandestinos en Tánger, entre marzo del 2001 y marzo del 2002, alerta que las compañías españolas Inditex, Mayoral y El Corte Inglés han subcontratado, “de modo consciente o no” los servicios de esos talleres ilegales que funcionan de modo clandestino y explotan a los trabajadores, en su mayoría mujeres y niños. El 60% de los productos se habían fabricado para marcas españolas conocidas. En relación con esto, el 26 de mayo de 2002 se impidió la emisión del programa Línea 900 titulado Trapos Sucios, donde se implicaba, con nombres de marcas concretas, a empresas españolas en talleres de explotación en el sur.
‘Maquiladoras gallegas’
Mucho se ha escrito sobre Inditex y los métodos modernos aplicados a la industria textil, que han hecho que haya pasado de ser un experimento local y provinciano a ser el segundo grupo mundial de moda, objeto de estudio en todas las escuelas de negocios. ¿En qué radica el éxito de esta empresa? La directora del Informe Forbes señala que “Ortega ha realizado una maravillosa política de fabricación y distribución que hace que nuevos productos lleguen a la venta en un plazo de tres semanas”. La empresa utiliza el conocido método de producción just in time, indicando así que evita stocks de producción y pretende abastecer todo lo que la demanda en un momento dado pida. El just in time y el sistema de interacción entre los centros de fabricación y diseño y las tiendas descansa sobre una fuerza de trabajo tremendamente precaria y flexible, tanto en el Estado español como en otros lugares del planeta , hacia los que Inditex desplaza incesantemente la producción para abaratar costes y buscar condiciones que favorezcan la docilidad y flexibilidad laboral de los trabajadores de países con una legislación laboral más avanzada. De ahí las declaraciones de un representante sindical de CCOO: “No podemos presionar mucho ya que en Portugal producen a la mitad de precio” (El País Semanal). Esto significa cada vez más horas, más domingos y menos plantilla formal. ¿Y aquellas comisiones por venta? Se acabaron las vacas gordas. Cuantos más beneficios tiene la empresa menos tienen los trabajadores que la levantan. Estas condiciones obligan a los talleres a una sobrecarga de trabajo que puede llegar a jornadas laborales de entre 13 y 16 horas, incluso pasando noches sin dormir, todo por un sueldo mínimo para sobrevivir. A este horario infrahumano se le añaden las pésimas condiciones de trabajo: poca luz, mucho ruido, encargados en actitud chulesca... Para redondear el sueldo que ronda las 90.000 pesetas, muchas empleadas doblan turno con un horario que va desde las 8 h a las 24 h con media hora para comer. Los sociólogos gallegos Carlos Rabuñal y Marta Casal dicen: “Para Zara los talleres son únicamente un instrumento de alta productividad a bajo coste. En esos talleres se les fuerza a trabajar en condiciones pésimas”.
De diversos lugares, especialmente asiáticos, recibe Zara las telas cortadas de sus distintos modelos que posteriormente serán ensamblados por las cooperativas y talleres, sometidos implacablemente a la presión del just in time. Esta diversidad de proveedores le permite marcar el precio de la materia prima y también de la mano de obra.
Es difícil encontrar un estudio que analice de forma objetiva los sistemas de fabricación de cientos de talleres dispersos por Galicia y fuera de ella. Se podría intentar analizar con detalle la vida, no ya de los miles que están en plantilla, sino también de aquellos miles que trabajando exclusivamente para Inditex, formalmente no son sus empleados. Si en Galicia, el 40% del trabajo textil es sumergido, el 80% de ese trabajo precario corresponde a Inditex. Además, se calculan en 10.000 los trabajadores clandestinos de esta empresa. La doctora en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, Mar Iglesias, describe en su estudio: Panorámica sociológica del sector textil gallego, la imagen típica de la manufacturera textil gallega en economía sumergida: “Grupos de mujeres que acuden a los talleres a la hora señalada con el carro de la compra para recoger el material y llevárselo a casa”. La proliferación del trabajo clandestino, sin seguridad social, se mueve además en torno a los talleres subcontratados por Inditex y otras marcas de moda gallega, de cuyo éxito no se cesa de hablar en todos los medios de comunicación, sin que nadie se pregunte a costa de qué, o mejor dicho de quién. La situación laboral de esos trabajadores es tan precaria que se les denomina las maquiladoras gallegas.
En su afán por controlar todas las fases del proceso productivo y sacar el máximo beneficio a las empresas pequeñas, Zara sigue esta estrategia:
· Encarga a un pequeño taller un enorme pedido con plazo.
· El taller se pone a trabajar durante ese tiempo en exclusiva para ellos en tres turnos de trabajo, con horas extraordinarias, la jornada puede llegar a las 15 horas diarias.
· Si no acaban a tiempo Zara devuelve el pedido. A los quince días, dado que el taller necesita desprenderse de lo fabricado, Zara lo compra a mitad de precio.
· El taller se ha quedado sin cartera de clientes y en una situación económica penosa, muchos se hunden, momento aprovechado por Inditex para comprarlo.
También desde las cooperativas gallegas se oyen voces de queja, no basta con pagar religiosamente a primeros de mes, también es necesario ponerse al día y revisar los precios. En el libro de Cecilia Monllor, Zarápolis, una de las cooperativistas hace las siguientes declaraciones: “Zara es una apisonadora, se lo puede permitir todo. Nuestros problemas no son su problema, nosotros no somos Inditex y si no cumplimos las condiciones, a la calle. Trabajamos en exclusiva porque son los únicos que garantizan trabajo durante todo el año (...) Nos paga igual que hace once años. En cuanto hacemos el amago de protestar se salen con que en el mundo esta lleno de pobres desgraciados dispuestos a hacer el mismo trabajo por menos de la mitad, con lo que siguen pagándonos 350 pesetas por montar un vaquero de cinco bolsillos”.
Las empresas españolas están presentes en Marruecos a través de sedes propias, legales, mediante las que subcontratan a talleres clandestinos. El Khamliachi, miembro de la ejecutiva regional en Tánger de la Unión Marroquí del Trabajo, explica cómo en estos centros, que suelen emplear a sesenta personas sobre todo mujeres y adolescentes a partir de los doce años,
muchas analfabetas y forzadas a trabajar para ayudar a sus familias, la explotación es brutal. En caso de embarazo, despido. Descuento de días no trabajados por enfermedad. Frecuentes accidentes de trabajo consecuencia de una maquinaria vieja y obsoleta, cuyos gastos corren a cuenta del obrero. El concepto de enfermedad profesional es inexistente, a pesar de la alta incidencia de enfermedades dermatológicas, por el contacto con las telas; respiratorias, por la contaminación ambiental (falta de luz y ventilación) o lumbares, por las incómodas posturas. Generalización del trabajo infantil, niños de entre 12 y 16 años ocupan puestos de última categoría, cortando hilos o trasportando cajas de tela de una cadena a otra. Trabajan la jornada completa al mismo ritmo que los adultos, pero con mitad de sueldo. La palabra niqaba (sindicato en árabe), es desconocida para los obreros, cualquier reivindicación se resuelve con el despido. Toda la ropa confeccionada en esos talleres se exporta a países europeos, entre ellos Francia, Inglaterra, Alemania y España.
Por todo ello chocan sobre todo las declaraciones de Cándido Méndez: “La empresa tiene cierta reticencia hacia los sindicatos, pero Ortega no tiene un perfil antisindical”.
La ignorancia de la burocracia sindical no tiene límites, ¡recurrir al propietario de una empresa para conocer cuáles son las condiciones de trabajo de sus empleados! La realidad está en los talleres y allí es a donde se tendrían que dirigir estos líderes sindicales para conocer la realidad que se esconde tras estas modélicas empresas. Como señala una empleada entrevistada por Cecilia Monllor en el libro antes citado:
“Las horas extraordinarias no son obligatorias sólo en teoría, pero con contratos que se renuevan mensualmente, a ver quién es el que se atreve a decir que no (...) Lo que a Ortega le preocupa son los resultados, y no cómo se obtienen esos resultados. Esas pequeñeces las deja a mano de sus peones, esos jefecillos de mentira”.
Como vemos, Inditex ha sido una gran innovadora en la implantación de nuevos sistemas laborales, al igual que las grandes empresas españolas, han descubierto que esos nuevos sistemas realmente ya existían en el siglo XIX, y se resumen en una explotación salvaje de la clase trabajadora regresando a unas condiciones laborales propias de la Revolución Industrial, todo ello con la connivencia de importantes líderes políticos y sindicales de la izquierda que, como señalaba en una carta al número nº 140 de El Militante un ex trabajador de Zara: “Desalmados devoradores de fotos se dejan fotografiar con este mago empresarial sin importarles lo mas mínimo que se esconde debajo de este disfraz virtual”.
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