Todos los aparatos electrónicos están programados para morir”.
Cuando me enseña el documento policial con el contenido del mensaje
que recibió se me ponen los pelos de punta: no sólo amenaza su vida si
sigue adelante con la comercialización de su bombilla, sino también la
de sus hijos.
Benito ha fabricado con un grupo de ingenieros una bombilla para durar toda la vida (garantía de 25 años),
es decir, sin esa fecha de estropeado programada que comparten, por
pura cuestión de lucro, todos los aparatos electrónicos. Por eso este
empecinado quiere ir más allá y ha creado el movimiento Sin Obsolescencia Programada (SOP). Un tema sobre el que es muy recomendable el documental de Cosima Dannoritzer Comprar, tirar, comprar.
Entrevista al inventor de la bombilla:
Y un buen día dejó de funcionar…
Se llama obsolescencia programada: los fabricantes de todo tipo de
aparatos electrónicos los programan para que duren un tiempo
determinado.
Eso no pasaba en tiempos de mi abuela.
Antes un frigorífico duraba treinta años, ahora seis. Unas medias de nailon prácticamente irrompibles se dejaron de fabricar.
¿Quién inventó esa atrocidad?
La revolución industrial. El concepto se desarrolló entre 1920 y 1930. Antes,
un empresario o sus suministradores de materia prima montaban su
negocio con dinero familiar. Entonces los bancos les dijeron: “Amplíen
su negocio, vendan más, yo les dejo el dinero“.
Y lanzaron los créditos al consumo.
Y ya tenían controlado todo el ciclo de vida del producto. Pero querían más y decidieron acortar la vida de los productos.
Así llegamos a los años setenta, en que el 80% de la riqueza del mundo
se concentraba en el 20% de la población, esos que controlaban.
Ahora se la reparte un 7%.
Sí, bancos que tienen empresas y empresas que tienen bancos: las
multinacionales, que hacen que los productos duren menos y se vendan
más. El resultado es la explotación de los recursos de la Tierra
y toneladas de residuos innecesarios que se están cargando el planeta.
Pero ahí está esa bombilla que lleva 111 años encendida.
Sí, en un parque de bomberos en Livermore (California). Decidí crear,
junto con 22 ingenieros, una línea de iluminación aplicada a la
tecnología led y contribuir a detener la locura de la obsolescencia
programada.
Otros fabricantes lo intentaron.
Hay una decena de patentes de bombillas con más de 100.000
horas de uso (entre 60 y 70 años encendidas), pero nunca han llegado a
salir al mercado. Hay una organización que controla a los fabricantes de
bombillas; no es oficial, pero yo doy fe de que existe.
¿Por eso las comercializa por internet?
Las distribuidoras nos dicen que viven de las que se funden, y los
grandes almacenes nos proponen duplicar su precio, a lo que nos hemos
negado. Hemos tenido ofertas millonarias para no sacarla al mercado y amenazas de muerte, que están en manos de la policía.
¿Cuánto consume su bombilla?
Ahorra un 92% respecto a las bombillas incandescentes y un 68,42%
respecto a las de bajo consumo. En España, las compañías eléctricas
tienen que fabricar 47 millones de megavatios al año que dan servicio a
toda la industria. A la iluminación general se destinan siete millones
de megavatios.
Lo que fabrican las ocho centrales nucleares activas en España.
Sí, pero no es suficiente, hay que importar entre 6 y 7 millones de megavatios de Francia.
Carísimo.
Si utilizáramos una tecnología como la que propongo, nos los
ahorraríamos. Estamos hablando de más de 20.000 millones de euros al
año. Bombillas que emiten un 70% menos de CO2 a la atmósfera porque
trabajan con muy pocos grados de temperatura.
¿Cuánto duraría una lavadora o un frigorífico sin obsolescencia programada?
Entre 40 y 70 años, pero hay que utilizar los componentes
electrónicos y materiales adecuados. He creado el movimiento SOP (Sin
Obsolescencia Programada).
¿Qué espera de él?
Que se unan fabricantes conscientes de que crisis de
endeudamiento como la que vivimos son evitables, y que podemos detener
el crimen ecológico y la injusticia que provoca: todas esas materias
primas que se extraen del tercer mundo a precios reventados les son
devueltas en forma de basura.
Eso roza la inmoralidad.
Cambiar la manera de fabricar supone un cambio socioeconómico. El
sistema está diseñado para comprar y tirar, fabricar barato, en China, y
comercializar en Europa.
Si acabamos con el crecer por crecer, ¿acabamos con el mercado?
Muchos economistas dicen que la única forma de crear empleo
es a través del crecimiento. Falso. Si creas un producto que dura mucho,
tendrás un mercado de segunda mano y florecerán negocios de reparación.
Y haremos un bien al planeta.
Cuando competimos para conquistar mercados internacionales consumimos
petróleo de forma innecesaria. ¿Por qué importar electrodomésticos de
Alemania si podemos hacerlos aquí? Eso encarece el producto y consumimos
recursos innecesariamente.
¿Ha habido demandas?
Sí, un grupo de personas demandaron a Apple y ganaron al demostrar que sus iPod estaban fabricados con obsolescencia programada.
¿Ha servido de algo?
Prefieren pagar las demandas que dejar de fabricar con ese sistema.
Las impresoras las programan introduciendo un chip contador: cuando
llega un determinado número de copias deja de funcionar y comprar una
nueva es más económico que repararla. Lo mismo ocurre con las calderas.
De hecho, todos los componentes electrónicos los fabrican tres o cuatro empresas en el mundo.
¿Cómo desmontar esta locura del usar y tirar?
No serán los políticos, deben ser los ciudadanos quienes impulsen el
cambio; pero no es tan difícil: tenemos las redes sociales y hemos de
ponernos de acuerdo. ¡Intentémoslo al menos!
Página web del inventor: http://www.oepelectrics.com/
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